El amigo de Layla ya tenía una mano en la cintura de ella y parecía totalmente seducido. No era momento de sutilezas, pensé.
¡Markus Preston acababa de masajearme el cuello con su boca!
Sin hacer caso al hombre, cogí a Layla del brazo derecho y me volví para arrastrarla hasta el sofá.
—¡Yess, oye! —susurró, y liberó su brazo sin dejar de sonreírle al tipo. Deteniendome.—. No seas maleducada. Me gustaría presentarte a mi amigo. William, esta es mi amiga Yessica, quien no suele comportarse así. Yessi, te presento a William.
Ella esbozó una sonrisa benévola mientras nos dábamos la mano.
—Puedo preguntarte por qué me robas a tu amiga, Yessica —dijo William con una voz profunda que casi resonó en el espacio que nos rodeaba.
Quizá en otro lugar, en otro momento o con otra persona me habría percatado de su cálida sonrisa, o de su caballerosidad al levantarse de inmediato y ofrecerme su asiento cuando me acerqué, pero de lo único que fui consciente fue de su acento británico. Poco importaba