El reloj de la clínica marcaba las 13:15 horas. Después de dos meses de que Carlos y Marta habían tomado las riendas de Los Laureles, la gestión había mejorado notablemente.
La supervisión de Helena había sido clave para mantener el rumbo, y el esfuerzo conjunto había dado frutos: la empresa comenzaba a estabilizarse y a mostrar señales de crecimiento.
Laura, por su parte, había logrado, aunque con mucho sacrificio, encontrar momentos para sí misma y para cuidar a Alex en la clínica en ese momento mas critico en que se encuentra de un coma profundo.
Esa tarde, Laura decidió tomarse un descanso. Se levantó de su silla en la pequeña sala de reuniones, sintiendo la necesidad de un cambio de aire.
Caminó lentamente por los pasillos, sintiendo el peso de los últimos meses en sus hombros, pero también una chispa de esperanza en su corazón. Optó por ir a la cafetería de la clínica para almorzar algo ligero, buscando un momento de tranquilidad en medio de la rutina.
Al llegar, se dirigió al