Sofía intervino con preocupación.— “Laura, hermana debes pensar bien los próximos pasos. Esto no es un juego.”
Laura asintió.— “Lo sé. Pero tengo que seguir adelante.”
En ese instante, el teléfono de la casa sonó, rompiendo la tensión en la habitación. Todos se miraron en silencio, y Laura sintió el impulso de no contestar. Pero sabía que debía hacerlo.
Se acercó lentamente y tomó el auricular.— “¿Hola?” —dijo con voz controlada.
El silencio en el otro extremo se prolongó por unos segundos hasta que una voz distorsionada emergió, grave y amenazante.
”No deberías haber llamado a la policía.”
Laura apretó el teléfono con fuerza.— “No me asustan sus amenazas.”
La voz soltó una risa seca.— “Ya no se trata de miedo, Laura. Se trata de lo que estás a punto de descubrir. Y créeme… hay verdades que deberían permanecer enterradas.”
El sonido de la llamada cortándose dejó una sensación de vacío en la habitación.
Laura miró a los agentes con determinación.— “Sea quien sea, no va a detenerme.”
El