Al día siguiente, el ambiente en la oficina era diferente. Laura llegó con una mezcla de nerviosismo y emoción. La tensión del encuentro de la noche anterior aún sentía su eco vibrante en su piel. Al cruzar la entrada, respiró profundamente, tratando de ahogar los recuerdos que la invadían.
“Buenos días, Laura”, la saludó Sofía al verla entrar. “¿Lista para otro día en el paraíso corporativo?”
“Claro, como siempre”, respondió Laura con una sonrisa forzada. Aunque su mente se distraía con pensamientos de Alex, decidió concentrarse en lo que podía controlar.
Al poco rato, mientras revisaba documentos en su escritorio, Alex apareció en el marco de la puerta, su figura atrayendo la atención casi inmediatamente. “¿Tienes un momento?” preguntó, y Laura sintió que su corazón latía más rápido de lo habitual.
“Por supuesto”, contestó, tratando de sonar más tranquila de lo que se sentía. Alex entró, cerrando la puerta detrás de él.
“Quería disculparme por anoche. No quería que se sintiera incóm