El sol comenzaba a filtrarse tímidamente por la ventana de la habitación del hotel. La luz cálida iluminaba suavemente las sábanas desordenadas y el cuerpo de Laura, que yacía todavía en paz, con la respiración tranquila. A su lado, Alex dormitaba, con una sonrisa satisfecha en el rostro. La noche había sido intensa, llena de emociones y descubrimientos, y aunque ambos sabían que la realidad los esperaba más tarde, por ahora solo querían disfrutar del momento presente.
Tras unos minutos de silencio, Laura abrió los ojos lentamente y observó el techo, todavía envuelta en un estado de serenidad. Movió suavemente la mano y tocó la de Alex, que aún dormía plácidamente. La sensación de sus dedos entrelazados le provocó una sonrisa tímida y una sensación de calidez que le recorrió el pecho.
“Buenos días” —susurró ella, rompiendo el silencio con una voz suave.
Alex despertó lentamente, abrió los ojos y le devolvió la sonrisa. Se acomodó un poco y la miró con ternura.
“Buenos días” —respondió