El sol apenas comenzaba a teñir el cielo con tonos dorados cuando Laura abrió los ojos. El sonido del despertador resonó en su habitación, suave pero persistente. Se estiró lentamente, disfrutando por un instante de la calidez de su cama antes de incorporarse. A su lado, el móvil mostraba las notificaciones del día: correos, recordatorios, y el mensaje de Marta confirmando la reunión de la tarde.
En la habitación contigua, Sofía también comenzaba su día. Entre bostezos y movimientos apresurados, salió de su cuarto y se encontró con Laura en el pasillo.
“Buenos días, dormilona” —saludó Sofía con una sonrisa mientras pasaba una mano por su cabello desordenado.
Laura rió, aún medio dormida.
“Buenos días. ¿Lista para otro día de disecciones y casos médicos?”
Sofía hizo una mueca mientras caminaban juntas hacia la cocina.
“Ojalá fuera solo disección. Hoy tengo una evaluación de diagnóstico clínico, y no estoy segura de que mi café pueda salvarme esta vez.”
Laura sirvió dos ta