Laura avanzó con curiosidad mientras Alex se acercaba a una estantería de cristal en el fondo de su oficina. Abrió una carpeta con algunos diseños preliminares de la nueva campaña. “Mira” —dijo, señalando una imagen en la que el concepto central estaba destacado. Laura se inclinó ligeramente para verlo mejor, y en ese instante, Alex se movió también para tomar otro documento. Sus cuerpos quedaron peligrosamente cerca. El roce fue sutil. Apenas un contacto entre su brazo y el de Alex, pero la energía que se desplegó entre ellos fue instantánea. Laura sintió el escalofrío recorrer su piel. Ella giró levemente la cabeza, y cuando lo hizo, se encontró con la mirada de Alex, más profunda de lo usual, cargada con algo que jamás había visto antes. “Lo siento” —susurró ella, intentando moverse. Pero Alex no retrocedió. El aire entre ellos cambió, se volvió denso, atrapándolos en un universo que existía solo en ese momento. “No fue nada” —murmuró él, con una voz más baja, más g
Laura avanzó con curiosidad mientras Alex se acercaba a una estantería de cristal en el fondo de su oficina. Abrió una carpeta con algunos diseños preliminares de la nueva campaña. “Mira” —dijo, señalando una imagen en la que el concepto central estaba destacado. Laura se inclinó ligeramente para verlo mejor, y en ese instante, Alex se movió también para tomar otro documento. Sus cuerpos quedaron peligrosamente cerca. El roce fue sutil. Apenas un contacto entre su brazo y el de Alex, pero la energía que se desplegó entre ellos fue instantánea. Laura sintió el escalofrío recorrer su piel. Ella giró levemente la cabeza, y cuando lo hizo, se encontró con la mirada de Alex, más profunda de lo usual, cargada con algo que jamás había visto antes. “Lo siento” —susurró ella, intentando moverse. Pero Alex no retrocedió. El aire entre ellos cambió, se volvió denso, atrapándolos en un universo que existía solo en ese momento. “No fue nada” —murmuró él, con una voz más baja, más g
Al día siguiente, el ambiente en la oficina era diferente. Laura llegó con una mezcla de nerviosismo y emoción. La tensión del encuentro de la noche anterior aún sentía su eco vibrante en su piel. Al cruzar la entrada, respiró profundamente, tratando de ahogar los recuerdos que la invadían.“Buenos días, Laura”, la saludó Sofía al verla entrar. “¿Lista para otro día en el paraíso corporativo?”“Claro, como siempre”, respondió Laura con una sonrisa forzada. Aunque su mente se distraía con pensamientos de Alex, decidió concentrarse en lo que podía controlar.Al poco rato, mientras revisaba documentos en su escritorio, Alex apareció en el marco de la puerta, su figura atrayendo la atención casi inmediatamente. “¿Tienes un momento?” preguntó, y Laura sintió que su corazón latía más rápido de lo habitual.“Por supuesto”, contestó, tratando de sonar más tranquila de lo que se sentía. Alex entró, cerrando la puerta detrás de él.“Quería disculparme por anoche. No quería que se sintiera incóm
El sol comenzaba a filtrarse tímidamente por la ventana de la habitación del hotel. La luz cálida iluminaba suavemente las sábanas desordenadas y el cuerpo de Laura, que yacía todavía en paz, con la respiración tranquila. A su lado, Alex dormitaba, con una sonrisa satisfecha en el rostro. La noche había sido intensa, llena de emociones y descubrimientos, y aunque ambos sabían que la realidad los esperaba más tarde, por ahora solo querían disfrutar del momento presente.Tras unos minutos de silencio, Laura abrió los ojos lentamente y observó el techo, todavía envuelta en un estado de serenidad. Movió suavemente la mano y tocó la de Alex, que aún dormía plácidamente. La sensación de sus dedos entrelazados le provocó una sonrisa tímida y una sensación de calidez que le recorrió el pecho.“Buenos días” —susurró ella, rompiendo el silencio con una voz suave.Alex despertó lentamente, abrió los ojos y le devolvió la sonrisa. Se acomodó un poco y la miró con ternura.“Buenos días” —respondió
Laura estaba inmersa en su trabajo cuando, de repente, la puerta de su oficina se abrió. El jefe, Alex, entró con su característico andar seguro y una sonrisa que hacía que el corazón de Laura se acelerara un poco más de lo habitual. La manera en que se presentó siempre irradiaba una mezcla de autoridad y calidez; era un líder natural. Sin embargo, en ese momento, tras la intimidad compartida de la noche anterior, todo se sentía diferente, un poco más cargado de significado.“Buenos días, Laura”, saludó con un tono profesional pero, a pesar de eso, sus ojos parecían buscar algo más allá del trabajo. “¿Pudiste revisar la agenda del día por mí?”“Buenos días, Alex. Sí, aquí la tengo lista”, respondió Laura, intentando mantener la compostura y ocultar la conexión emocional que aún le latía en el pecho.Se levantó, tomando la carpeta que contenía la programación de la jornada. "Los puntos más importantes son la reunión a las 11 con el departamento de ventas y la revisión del informe de ma
“Prometido,” respondió Laura, con sinceridad en la mirada. “Pero primero, debemos enfrentar el día a día. Y eso incluye la jornada laboral que tenemos por delante.”Alex asintió, y fue entonces cuando Laura sintió que la presión de la responsabilidad regresaba. “¿De acuerdo, entonces?”, dijo él, intentando suavizar la carga emocional del momento.“De acuerdo.” Ella sonrió, un poco más tranquila, y salió de la oficina, dejando atrás el peso de la conversación. Sentía una mezcla de alivio y deseo, sabiendo que el conflicto entre su vida profesional y su relación personal iba a ser un desafío, pero estaba dispuesta a afrontarlo.La jornada laboral continuó, y aunque ambos actuaron con normalidad frente a los demás, las miradas cómplices y las sonrisas furtivas durante el día hablaban de lo que había sucedido entre ellos. Sin embargo, cuando el reloj finalmente marcó las 6:00 p.m., Laura sintió que el agotamiento la había alcanzado.Laura se despidió de sus compañeros, todos un poco cansa
Alex Caravasile, a sus 35 años, era el epítome del éxito en la ciudad de Soapire. Él es de estatura alta, con un rostro atractivo y bien cuidado, su cabello oscuro contrastaba con sus intensos ojos verdes. Siempre vestido con trajes de diseñador, su apariencia impecable reflejaba su filosofía de vida: "La perfección no es opcional, es mi norma."Nacido de inmigrantes rumanos que se establecieron en Venezuela, Alex había experimentado la escasez y las dificultades desde muy joven. Esa infancia difícil fue el motor que lo impulsó a trabajar incansablemente para alcanzar el éxito. Su empresa de maquillaje, "Los Laureles", se había convertido en un pilar en la industria del maquillaje, conocida por su innovación y calidad inigualable.El éxito de Alex no era solo fruto de su esfuerzo, sino también de su personalidad exigente y perfeccionista. En su oficina, dominada por el estilo minimalista y elegante, cada detalle estaba meticulosamente cuidado. No había espacio para errores ni mediocr
El primer rayo de sol se colaba por la ventana, iluminando la pequeña habitación que Laura Kim compartía con su hermana menor, Sofía. El sonido del despertador resonó, marcando el inicio de un nuevo día lleno de oportunidades. Las hermanas Kim se levantaron con la frescura de la mañana, listas para enfrentar otra jornada en la cuidad de Soapire, en la capital de VenezuelaLaura se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Se movía con agilidad y eficiencia, a pesar de la falta de sofisticación en su entorno. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, mientras Sofía, aún adormilada pero dispuesta, ponía la mesa.“¿Lista para tu entrevista?” preguntó Sofía a su hermana Laura, sirviendo un plato de arepas humeantes.Laura asintió, mientras untaba un trozo de queso fresco. “Sí, deseo que este sea el día en que finalmente consiga un buen trabajo. Helena Rodríguez la Directora de Recursos Humanos de la Empresa de Maquillaje “Los Laureles” parece ser exigente, pero sé que puedo de