El viento soplaba suavemente en las alturas de la ciudad, y desde el despacho de Javier, las luces de los edificios cercanos se reflejaban en sus ventanas, dando una sensación de frío distanciamiento. En su interior, la tensión era palpable. La conversación con Helena había sido solo el principio, una pequeña fisura en la muralla de secretos que había construido a lo largo de los años. La verdad, aunque dolorosa, comenzaba a salir a la superficie. Pero no era suficiente. Aún quedaba mucho por descubrir, mucho por enfrentar. Y Sebastián, su némesis, estaba en la cúspide de su poder, observando cada paso que daba con atención implacable.
Javier caminaba de un lado a otro, sus pensamientos en un torbellino. La traición de Alicia lo había dejado vulnerable, una grieta en su imperio que no podía permitirse. Las piezas del rompecabezas se estaban moviendo, y él debía ser más rápido que nunca. Las cartas estaban sobre la mesa, pero había algo que todavía no comprendía: cómo podía maniobrar e