31. ¡Han herido a mi mujer!

Máximo

La prensa no nos dejaría en paz por un buen rato, las fotos y el articulo de lo que allí especulaban era la comidilla de todo el mundo, esa y probablemente la siguiente semana. Tenia que doblar la seguridad, más por Ariel que por mí, no quería que nada le perturbara mientras conseguía resolver toda esta m****a.

Conseguimos llegar al ático y evitar a los periodistas en la entrada. Ariel permaneció todo el tiempo inquieta bajo mi brazo mientras yo la cubría con una chaqueta e ignoraba las preguntas irracionales de la prensa.

—¿Estás bien? —Pregunté una vez que estuvimos dentro del elevador, cogí su barbilla y la obligué a mirarme.

—Si. —Musitó con un asentimiento de cabeza y luego se recargó sobre mi pecho—. Solo necesito descansar.

Tan pronto llegamos, Amelia nos esperaba en el vestíbulo. Estaba preocupada, pero se limitó al silencio y nos siguió mientras subíamos las escaleras.

Ariel se dejó recostar sobre la ca

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