30. Antojos, cuidados y orgasmos

Ariel

Logré dormir toda la madrugada y desperté hambrienta la mañana siguiente. El doctor Thomas vino a chequearme poco antes de la madrugada y todo indicaba que mi bebé y yo estábamos muy bien, que mayor había sido el susto.

—¿Cómo dormiste? —Máximo, a pesar de haberse ausentado un par de horas la noche anterior, no se despegó de mi en toda la madrugada, ni siquiera cuando Amelia insistió en tomar su lugar.

Todavía llevaba el traje de la noche anterior. Su corbata estaba un poco desajustada y su cabello era un marrón alborotado por encima de su cabeza. También, era la primera vez que se dejaba asomar el indicio de algunos vellos en su barba.

—Bien. —Murmuré recibiendo el calor de sus besos sobre mis labios—. Pero tengo un poco de hambre

—¿Tienes antojos? —Preguntó de inmed

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