Máximo
Sabía que dolería
Sabía que traería recuerdos que creí haber congelado y enterrando bajo cientos y cientos de escombros que no pudiesen ver la luz nunca. Pero ahora estaba cavando y trayendo de vuelta algo que sabía que haría daño, que me consumiría…
Ariel miraba al frente y sostenía mi mano en una caricia suave y lenta. Nuestros pulgares se movían ligeros buscando íntimamente el encuentro del otro.
Me permití disfrutar un poco más de aquel contacto antes de desenterrar los recuerdos y traerlos a la vida.
—Tenía doce años cuando llegué aquí. —Dije… retrocediendo a ese año—. La mujer del servicio social me miró con una sonrisa muy extendida y sus palabras fueron muy precisas…
La escena vino como una película en mi cabeza y poco a