Máximo
Toda la mierda que estábamos viviendo me sobrepasaba y ya yo había sido demasiado condescendiente. Se trataba de la vida de mi mujer y de mi hijo, nada menos.
Después de haberme asegurado de que el ático estuviese perfectamente vigilado a partir de los sucedido, me puse a la línea con algunos contactos de bienes raíces, necesitaba comprar una casa alejada del centro de la ciudad y que permitiese la tranquilidad de Ariel el resto de su embarazo y de nuestras vidas. Ella, por su parte, se mantuvo todo el tiempo a mi lado mientras yo lo resolvía todo y cada clase de pendientes desde el despacho.
Hablaba por teléfono con Dave esa misma noche mientras la veía descansar en uno de los sofá junto a la ventana, se había rendido al sueño cuando cayó la media noche y yo finalmente pude respirar y deshacerme de algunos botones de mi camisa cuando supe qu