—Más daño me haces tú, lo que hago es poco. —dijo, chocante.
Mi paciencia podría acabar en cualquier momento, pero mi amor por ella es más fuerte.
—¿Me das uno de esos? —le pregunta a un chico sentado al lado de ella, quien estaba fumando, ese chico alza los hombros y le entrega el cigarro sin ningún problema.
—¿Desde cuándo fumas? —Le arrebato el cigarro.
—¿Desde cuándo te importa? Yo hago lo que se me dé la gana, tú lo haces, ¿Por qué yo no debería? —Se pone a la defensiva y trata de quitarme el cigarrillo.
—No hagas lo qué los demás hacen. —Apago y tomo su mano—. Nos vamos ya. —La halo y ella lucha contra eso.
—No papi, deseo quedarme aquí, con mi amigo. —Ve al chico que le acaba de dar el cigarro. ¿Amigo? Lo acaba de conocer y un amigo no le daría un cigarro a una dama.
—¿Es tu padre? —pregunta aquel chico castaño quien saca otro cigarro para seguir fumando.
—No —respondemos estos dos al unísono.
—Él es… —La interrumpo.
—Es mi novia y me dice papi por cariño. —Ella me mira mal.
—C