—Es que me siento mal del estómago —se excusa o eso suena para mí.
—Y creo saber porque —Nonna me mira y me desaprueba con la mirada.
Yo no lo he hecho nada. Samantha se despide y se va, mi abuela también pero va al patio con los invitados, mientras que yo me quedó con María reclamando por como le habló a Samantha.
—Eres mi novio y solo estaba cuidando lo que es mío —dice y se acerca a mí rodeando sus brazos alrededor de mi cuello.
—No soy tuyo María, esto fue un error, lo hice por impulsividad —la alejo de mí—. Tú y yo no somos nada, ni seremos nada, terminamos para siempre y espero que eso te quede claro.
—¿Entonces solo me usaste? —se ofende.
—Y lo siento mucho, no fue para vengarme, solo que gracias a ti me cuesta confiar en las personas y me he vuelto celopata, tanto que no mido mis acciones porque me ciego.
—Bueno, espero que esto te quede claro más a ti que a mí, porque sé que aún no puedes superarme y por eso sé que vas a volver.
—¿Por qué tan confiada?
—Porque cuando