El cuerpo me crujía al estirarme, palpé el área donde estaba, sintiendo los ojos adormilados. La luz se filtraba por la ventana.
Ya había amanecido y no recordaba haberme quedado dormida. Lo último que recuerdo es estar en la bañera, con mi exesposo frotando mi cuerpo después de una acalorada discusión.
Estaba en una cama, pero no era la del área restringida. Esta tenía un olor particular, a menta y perfume varonil… El perfume de Frederick. Estaba impregnado en las sábanas, en la almohada.
Esta era su cama.
Mi cuerpo estaba cubierto por una sábana, nada más. No traía camisón, ni ropa interior.
Las mejillas me ardieron al pensar que había dormido completamente expuesta junto a él, como si fuéramos esposos nuevamente.
Miré a todos lados, detallando el diseño minimalista y lúgubre de la habitación. Se veía tan triste y solo. No tenía ni un gramo de visión artística. No sé quién habrá contratado a alguien para decorar el lugar, pero si fue así, lo estafaron.
La puerta se abrió lenta