Capítulo 30: El restaurante.
Estuvimos en silencio en el trayecto. Él no dijo nada más y yo tampoco tuve ánimos de comunicarme.
De vez en cuando, veía a través del espejo del retrovisor, pero no veía el vehículo en el que se subió David. Tal vez fue una coincidencia y se dirigía a otro lado. Tal vez no nos estaba siguiendo. Debe haber sido parte de mi imaginación.
El auto se detuvo en frente de un edificio. Era una zona restaurantera.
Toqué mis sienes, recordando que no llevaba los lentes de sol.
—No los necesitas, Charlotte —dijo Frederick, viéndome como si me leyera la mente.
Bajó del coche, sin darme tiempo de responder. Abrió la puerta del copiloto y me ayudó a bajar con sumo cuidado.
—¿Estás bien? —preguntó al ver como bajaba la cabeza.
Asentí, ajustando mi mascarilla.
Me tomó la mano. Podía sentir su calor rodeándome los dedos.
Subimos en un elevador hasta el cuarto piso. Al abrirse, reveló un hermoso restaurante rodeado de plantas y enredaderas. El lugar estaba más allá de la soledad, ya que las me