••Narra Charlotte••
Me sentía sobre una nube de algodón, el tipo de sueño que solo el embarazo avanzado podía provocar. Pero algo me arrancó de él. Un ruido sordo, un golpe seco, seguido de voces alteradas y furiosas que se filtraban a través de la niebla de mi descanso.
¿Un tsunami? ¿Un terremoto?
Me incorporé en el sofá, desorientada, con el corazón latiendo con fuerza. La chaqueta de Frederick que me cubría se deslizó hasta mi regazo. Parpadeé, tratando de ajustar la vista a la luz de la oficina, frotando mis ojos.
Y entonces lo vi.
La escena que se desarrollaba frente a mí era surrealista. Frederick y Julián. Frederick tenía a Julián agarrado por la chaqueta, empujándolo contra la estantería con una fuerza brutal. Los libros se sacudían con el impacto. La cara de Frederick estaba distorsionada por una rabia pura, que no le había visto en meses. Julián, aunque inmovilizado, no se veía sumiso; su rostro estaba congestionado, defendiéndose a empujones.
—¡¿Te creíste con el de