El gel frío sobre mi vientre me hizo estremecer, pero el escalofrío que sentía era más por los nervios que por la temperatura. Después de semanas de espera, hoy era el día. La ecografía morfológica. Veinte semanas. Medio camino. Y lo más importante: hoy sabríamos si nuestro pequeño bicho juguetón que me pateaba sin parar era un él o una ella.
Aunque con cualquiera de las dos opciones, tenía algo por seguro. Lo inscribiría para que jugara fútbol.Frederick estaba sentado a mi lado en el incómodo banco del consultorio. Mantenía su postura impecable, las manos apoyadas sobre las rodillas, la expresión serena. Pero yo lo conocía demasiado bien. Podía ver la tensión en su mandíbula, el leve parpadeo acelerado, la forma en que sus dedos presionaban ligeramente contra la tela del pantalón. Estaba tan nervioso como yo, por más que pretendiera dominar el universo con su frialdad habitual.El silencio en la habitación era denso, solo roto por el leve zumbido de los