Traté de no ver los ojos agrandados de Frederick cuando hice aparición. En su lugar, miré los de la señora Lancaster, madre de Frederick. Su cabello era más blanco que rubio, pero sus ojos….¡Vaya, sus ojos eran los mismos que Frederick!
La mujer me miró con la misma impresión que se ve cuando una cucaracha vuela.
—¿Qué le hiciste a mi hijo? ¿Qué clase de brujería le echaste? —La mujer se acercó a mí con paso seguro, pero no me eché para atrás. Mantuve mis pies clavados en el piso como si me hubiesen sembrado en ese mismo lugar.
Sin embargo, Frederick se metió en el medio, interponiéndose en lo que pudo ser una pelea acalorada. Y honestamente, jamás había peleado con una viejita, me sentiría culpable si le soltara un gancho derecho.
—No la estreses, madre. Está embarazada —Sentenció Frederick.
Y por lo que pude ver, a la mujer casi le da un infarto. Comenzó a abanicarse el rostro con una de sus manos mientras buscaba la cama para sentarse.
—Agua, traigan agua —suplicó, jadeando co