Capítulo 130: Sentimientos de humillación.
Las lágrimas quemaban mis mejillas mientras corría por los pasillos de mármol, el eco de mis tacones resonando como disparos en el silencio de la mansión. Me sentía boba usando un vestido bonito para mantener su atención y cabrear a Miranda. Pero solo conseguí ser humillada frente a ella, a manos del propio Frederick.
Detrás de mí, oía los pasos largos y decididos de Frederick.
—¡Charlotte, detente! —Su voz era un mazo contra la frágil coraza de mi orgullo.
No obedecí, corrí hasta que entré en nuestra habitación… Su habitación. Intenté cerrar la puerta, pero su mano la detuvo con facilidad, empujándola hasta abrirla por completo.
—Sal —dije, dándole la espalda mientras limpiaba las lágrimas con el reverso de mis manos—. No quiero verte.
Frederick cerró la puerta con un golpe seco. El “clic” de la llave girando en la cerradura heló mi sangre.
—No voy a irme —declaró, apoyándose contra la madera—. Y tú tampoco.
Me giré, enfrentándolo con los puños temblorosos.
—¿Encerrarme? ¿