Capítulo 113: Todo lo tuyo es mío.
No, esto debía ser un sueño, una alucinación de mi propio dolor y mi estrés. Pero por más que parpadeaba, la imagen no se esfumaba.
—Frederick —susurré, incapaz de creer lo que estaba viendo.
¿Cómo me había encontrado? ¿Cómo había llegado hasta acá? ¿Y Willy?
Me senté en la cama en un movimiento rápido, sintiendo como el dolor me impulsaba a querer doblarme nuevamente. Y aún así, mis manos no fueron a mi costado, sino a mi vientre, como si mi instinto se moviera más rápido que mi cerebro.
Tragué saliva al sentir sus ojos azules escaneándome de pies a cabeza, deteniéndose justo donde mis manos cubrían un gran secreto que nos involucraba a los dos.
—Tres días —gruñó, cerrando la puerta con un golpe que hizo temblar las paredes. El vello se me erizó al escuchar su voz, como si hubiera pasado un siglo sin vernos—. Tres putos días poniéndote en peligro, tres putos días sin tus pastillas.
Avanzó hacia mí como un depredador, con pasos lentos y calculados, a pesar que su rostro era todo