Capítulo 100: Antojo involuntario.
El sol de la tarde golpeaba con fuerza, pero bajo mi gorra y las gafas de sol, me sentía como una espía en una misión secreta. Frederick caminaba a mi lado, su presencia imponente incluso disfrazado de civil.
Aún no podía creer que quisiera salir conmigo. Le salía más fácil colocarme un guardia que me acompañara. En especial porque no se veía muy dispuesto a pasear. Apenas llevábamos cinco minutos y ya había bostezando tres veces. Lucía muy agotado, pero aún así, estaba aquí, con su gesto de: “quiero matar a alguien”. Pero el punto es que estaba presente.
Las calles estaban llenas de vida: vendedores ambulantes, turistas con cámaras, parejas tomándose de la mano. Era un mundo que había olvidado, uno en el que ya no creía pertenecer.
Estaba tan concentrada viendo las tiendas, en busca de alguna que pudiera ayudarme con mi pequeño… problema. Y entonces fue cuando lo olfatee antes de siquiera verlo.
Mi nariz buscó el origen del olor hasta que mis ojos encontraron un puesto calle