72. Un café
72
Seraphina
Sé que Blake me miente.
No tengo pruebas. No tengo certezas. Pero su lenguaje corporal fue más claro que mil palabras.
Se puso nervioso cuando le pregunté sobre ese lobo…
¿Lo conoce? Estoy segura de que sí.
Llevaba rato caminando en círculos por mi habitación.
El encierro, la incertidumbre y ese rostro en mis recuerdos recientes me revolvían la mente como una tormenta.
La daga aún tenía rastros de sangre seca.
La lavé dos veces. No bastó.
El lobo sabía mi nombre.
Y yo, aun cuando lo herí, no sentí miedo.
Sentí… algo más. Algo que me niego a poner en palabras.
Un toque suave en la puerta me detuvo en seco.
—Pase —dije, obligando mi voz a sonar estable.
Héctor apareció, alto y sereno como siempre, con un plato humeante en las manos.
Un bistec enorme, ensalada fresca y espárragos perfectamente alineados.
Mi estómago rugió como un traidor.
—No has salido de tu cuarto en más de veinticuatro horas —dijo de sopetón—. Te traje algo para comer. Sé que te gusta mu