Los rayos solares se cuelan a través del cristal descubierto, y su resplandor provoca que los ojos de Lilia parpadeen. Tras un bostezo profundo, ella se incorpora y mira a su alrededor un poco desorbitada. ¡No lo puede creer!
—¿Dormimos todo el día? —pregunta a la nada, puesto que Bratt todavía se encuentra rendido. El dolor de estómago le confirma que, de hecho, sí durmieron todo el día anterior—. Bratt... —Ella lo remueve por la espalda.
—Ummm... —se queja él, aferrándose más a las sábanas y usando la almohada para cubrirse la cabeza.
—Despierta... —Ella continúa moviéndolo hasta que él se incorpora con expresión de queja y todo desaliñado—. Vaya, incluso con el cabello parado te ves bien. ¿Acaso eres real?
El mutismo se instala entre ellos debido a la desorientación de Bratt. Tras unos segundos con la mirada perdida, él capta y procesa sus palabras. Entonces, su carcajada ronca rompe el silencio y hace eco en la habitación.
—Ay, mi amor, sales con cada cosa —comenta Bratt, divertid