Para complacer a su mamá, Francisco se puso una playera de manga larga de un estilo más juvenil. Hacía mucho que no usaba algo así y se sentía un poco raro.
—Francisco, mi vida, ¡feliz cumpleaños! Este es mi regalo. No me digas que no te gusta.
Lorena lo miraba de arriba abajo con una sonrisa.
—Sí me gusta, mamá. Solo que... ¿por qué esta ropa? Siento que es como muy de muchacho, ¿no crees?
Francisco se estiró un poco la tela de la playera. Estaba más acostumbrado a la comodidad de sus camisas de algodón.
—¿Cómo que de muchacho? ¿Pues cuántos años tienes? ¿Ya te sientes viejo? Hace tanto que no te veía con ropa así, tan guapo. En la universidad te encantaba vestirte de esta forma.
Lorena fingió que se secaba una lágrima.
—Ya, mamá, no es para tanto. Me encanta, de verdad que sí.
Francisco abrazó con ternura a su madre, que era de baja estatura. Era todo un personaje.
—Hijo, está sonando tu celular.
Lorena señaló el teléfono que vibraba sobre el sofá. Francisco se apresuró a tomarlo; u