En el reservado de lujo del "Glow", la mesa estaba llena de botellas. Francisco miraba el lugar con inquietud. Sabía de su existencia, pero nunca había venido. Solo con entrar, se había sentido abrumado, sobre todo por las miradas que le lanzaban, miradas que parecían querer devorarlo. Le dio asco.
—¿No te gusta este lugar? —preguntó Rubén, notando su incomodidad.
—No. —Francisco no vio la necesidad de mentir. No le gustaba. Era un lugar de decadencia y perdición.
—Lo siento —dijo Rubén en voz baja. Abrió una botella y se bebió un largo trago.
—No bebas así, te vas a emborrachar muy rápido. —Francisco le quitó la botella y sirvió en un vaso.
—¿Y tú no bebes? ¿No ibas a acompañarme? —Rubén arqueó una ceja—. ¿O es que tú no tienes penas? ¿Acaso soy el único desgraciado en el mundo?
—Claro que las tengo. —Francisco suspiró. Fray iba a volver. No sabía cómo resolver esa situación tan complicada. No sabía cómo podría darle la felicidad a Bianca. Al pensar en ello, también se sirvió un trag