Cuando Valeria se levantó por la mañana y salió de su habitación, Ofelia ya la esperaba, la abrazó cariñosamente y le susurró:
—¡Vale, feliz cumpleaños! A ver, dime que soy la primera en felicitarte.
Valeria rio.
—Gracias, Ofelia. Y sí, fuiste la primerita.
—¿Cómo que la primera? Yo también te felicité. ¡Feliz cumpleaños! —dijo Eduardo, uniéndose a ellas.
—Hoy es un día especial, no solo porque en unos días se casan, sino porque es tu cumpleaños, Vale. Tenemos que celebrar en grande. Voy a empezar a organizar el almuerzo.
Valeria la tomó de la mano para detenerla.
—Ofelia, no tienes que preocuparte. No es para tanto. De verdad, con que estemos juntos es suficiente.
—¿Cómo que no importa? ¡Claro que importa! Eres mi nuera consentida, y te voy a organizar una fiesta como se debe. ¡Con un pastel gigante y todo! Llama a tus amigos para que vengan a celebrar —dijo Ofelia, y luego miró a su esposo—. ¿Verdad que sí, viejo?
—No me digas viejo. Y claro que sí. Tu cumpleaños no es cualquier cos