De regreso en su oficina, Haidar se dejó caer sobre el cómodo y amplio sofá. Cerró los ojos, repasando en su mente cada palabra que había pronunciado. Había sido sincero, directo, y aunque la presión seguía pesando sobre sus hombros, se sentía un poco más ligero.
Amaba a Brenda. Por supuesto que la amaba. Y estaba dispuesto a luchar por ella y por los hijos que esperaban juntos.
El sonido de la puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Levantó la mirada y allí estaba Aisha, su tía, con el rostro enrojecido por el enojo. Sus ojos ardían de furia mientras avanzaba hacia él.
—¿Crees que te vas a librar de mí tan fácilmente? —espetó, cruzando los brazos frente a él.
Haidar tragó saliva, sintiendo que la confrontación apenas comenzaba.
—Tía, sé que vas a empezar con lo mismo otra vez, pero quiero que tengas algo claro. Nada de lo que me digas me hará cambiar de opinión. Brenda es la persona a la que amo, y no voy a renunciar a ella.
Aisha golpeó la mesa con el puño, perdiendo el contr