Todo cambió cuando de pronto apareció Aisha junto a su marido, Ibrahim. La tía de Haidar había llegado, y su presencia no era bien recibida por ninguno de los allegados de Haidar.
Alexandra se sintió incómoda al ver a Aisha allí.
— Exijo ver a mi sobrino de inmediato.
Jamal, sin pensarlo dos veces, se puso en pie, decidido a no permitir que esos dos se salieran con la suya. Nadie tenía el derecho de exigir nada en ese momento.
— Con todo respeto, Aisha, estoy al tanto de todos los inconvenientes que han pasado entre tú y tu sobrino, y te pediré que te retires de aquí. No creo que tu visita sea gratificante para mi amigo.
Aisha se quedó descolocada por las palabras directas de Jamal. Su expresión cambió a una de indignación y molestia, bufando con desdén.
— ¿Eres consciente de la forma tan grosera con la que te diriges a mí? Jamal, por supuesto que tengo todo el derecho de estar aquí y preguntar por la salud de mi sobrino. ¡Es el hijo de mi hermana!
Ibrahim, que parecía más calmado