Haidar finalmente se unió a Brenda en la habitación. Ella estaba recostada sobre la cama, acariciando su vientre con ternura mientras sentía los movimientos de los trillizos. Él se sentó a su lado, observándola en silencio por un momento antes de hablar.
—¿Puedo saber la razón por la que decidiste trabajar en casa hoy? —preguntó Brenda con suavidad, rompiendo el silencio.
Haidar suspiró, pasándose una mano por el cabello oscuro.
—Solo no quise ir a la oficina. Además, todo lo que tenía que hacer podía realizarlo desde mi despacho aquí en casa. Hace poco terminé, justo a tiempo para poder cenar contigo.
—No te preocupes, entiendo que trabajes bastante. —Brenda sonrió levemente, aunque su rostro pronto se tornó pensativo—. Haidar, hay algo que quiero preguntarte… Algo que sigue rondando mi cabeza. Quiero saber cuándo, finalmente, vas a ser sincero conmigo y hablarme sobre tu pasado. No quiero parecer insistente o repetitiva, pero siento que ya deberías haberlo hecho.
Haidar respiró prof