Capítulo 113 Los asaltos

Atlas permaneció solo en la cámara del trono, rodeado por las antorchas que nunca se apagaban y las estatuas de obsidiana que representaban a los antiguos emperadores. Había recibido la noticia del embarazo de Leighis con la serenidad que lo caracterizaba ante los demás; un gesto seco, una frase firme. Pero en la soledad, cuando no había ojos que lo observaran, la verdad de sus pensamientos se abría como un río oscuro.

El titán apoyó las manos sobre el respaldo de piedra y dejó que su mirada se perdiera en el vacío. El eco de la palabra "hijo" resonaba en su mente con una fuerza ancestral. No concebía la posibilidad de que fueran hembras. En su mente, el destino estaba trazado: serían varones, herederos dignos de su linaje, titanes como él. Guerreros que portarían el peso de la corona cuando llegara su hora, conquistadores que prolongarían su legado hasta el fin de los tiempos.

Los consideraba no como niños, sino como armas futuras. Semillas de guerra y dominio. La descendencia de Atl
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