Sofía nunca se había visto en esta situación. Presa del pánico, no sabía por qué estaba tan enfadado.
Sin embargo, su última moneda de cambio fue apostar a que Anthony la dejaría marchar al tenerle consideración por conocerse desde niños.
—Lo siento... Sé que me equivoqué. Anthony... Fueron mis acciones las que lastimaron a Katherine, y te lastimé a ti. Si pudiéramos empezar de nuevo, desearía no haberte conocido cuando era una niña, y cosas como esta no habrían pasado hoy. Lo siento. Todo es culpa mía. Me enamoré de ti. Si tú y Katherine aún no pueden perdonarme, entonces mátenme. Estaré dispuesta a morir.
A Sofía se le saltaron las lágrimas al despertar el recuerdo que Anthony tenía de ella.
Reprimió su miedo interior y fingió sentirse agraviada y arrepentida.
Sin embargo, lo que escondía bajo su mirada lastimera eran resignación y rabia.
¿Cómo podía Sofía resignarse a no haberse convertido aún en la Sra. Ross?
¡Maldita sea!
Así que ahora, prefiere dejarlo todo para que Anthony se a