Anthony apretó los dientes, sintiendo cómo la ira burbujeaba dentro de él. La astucia de Elizabeth lo había sorprendido, y ahora estaba claro que su plan no solo había puesto en peligro a Katherine, sino que también buscaba perjudicar a la familia Cooper, sus rivales comerciales inmediatos.
—Así que, de esta manera, pretendías poner en contra a dos familias —dijo Anthony, su voz baja pero cargada de furia. —¿Por qué no te atreves a admitirlo? Estabas dispuesta a sacrificar a Katherine solo para satisfacer tu rencor.
Elizabeth, ahora acorralada, trató de dar la vuelta a la situación. —¡No! ¡Es una locura! Yo solo quería que todos estuviéramos en paz.
—¿En paz? —repitió Anthony, su mirada penetrante fija en ella—. Lo que querías era ver a Katherine caer y aprovecharte de la confusión para hacer daño a los Cooper. No solo lo has hecho una vez, sino que planeabas hacerlo con toda la frialdad del mundo.
La multitud comenzó a murmurar, los rostros de los asistentes mezclados entre el asombr