23. Odio.
Avril
Abrí los ojos con dificultad. El pitido de las máquinas me confirmó que estaba en un hospital. Todo me dolía, pero mas mi alma por saber que estuve a punto de morir.
—Avril. ¿Cómo te sientes? —preguntó el ruso con preocupación en la voz. Intenté incorporarme, pero un dolor punzante en el brazo me detuvo.
—Dimitri —logré decir en un susurro, con un dolor que atravesaba mi pecho.
Las lágrimas me brotaron sin avisar. Dimitri me abrazó y me aferré a él como a una tabla en medio del naufragio; su cuerpo era mi ancla, en, el que quería protegerme.
—Ayúdame a vengarme. Quiero que paguen todo lo que me han hecho —le pedí con la voz rota por la rabia y el cansancio.
—Lo juro. No permitiré que quede impune. Haré que paguen por la mierda que te hicieron —respondió, apretando los puños. Sentí el calor de sus palabras y me permití apoyarme en ese consuelo. Por dentro ardía; quería que sintieran, aunque sólo fuera por un instante, el dolor que yo estaba sintiendo por todo lo que me hicieron.