23. Furia
Dimitri
Me hervía la sangre al pensar en toda la maldad que ese imbécil había provocado. Primero comprar a esos abogados; después provocar el accidente que dejó a Avril herida. Qué malnacido, qué déspota. Aparentemente su objetivo no era solo dejarla en la calle, sino matarla. Y eso yo —Dimitri Volkat— no lo iba a permitir por nada del mundo.
Tomaré medidas drásticas, haré que cada uno de ellos pague, que sufran las consecuencias, y que paguen también incluso mis deudas pendientes, Avril ha venido sufriendo durante meses y es momento que ella se convierta en la villana.
Golpeé la mesa de mi escritorio; la furia me carcomía por dentro. Bayrón me había dicho que el hombre había desaparecido de la ciudad; en otras palabras, no había logrado dar con él. El automóvil apareció abandonado en un puerto cerca del río, en El Salvador. Seguramente fue astuto y, viendo que no logró su cometido, decidió huir. Ahora, más que nunca, debo proteger a mi prometida.
—Señor, el guardián ya está contrata