3. CARTA DE DIVORCIO
Cuando abrí los ojos sentí la boca seca, pastosa, y un dolor agudo me atravesaba la cabeza como una punzada. Todo se veía borroso, pero de lejos podía distinguir la voz de Sebastian hablando por el móvil. Intenté incorporarme, pero algo en mí me decía que debía quedarme quieta. Entonces escuché mi nombre y me quedé inmóvil en silencio, escuchando.—No te preocupes, mi amor, no permitiré que nada malo te suceda. Lo mejor es que ella misma crea que lo mató. No me importaba esa bastarda; que se haya muerto fue lo mejor. Sabes que te amo. Ya eliminé todo el video de las cámaras de las escaleras. Fue un accidente, tú no tuviste la culpa. —Su voz sonaba fría, calculadora—. Por desgracia, ella llegó furiosa al hotel y nos descubrió… pero lo importante es que el bebé esté muerto y yo esté contigo.Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente. Me levanté bruscamente y, sin pensarlo, le di una cachetada. Sebastián quedó helado, mirándome con incredulidad.—¡Estás loca! —me gritó.—¿Cómo es posible…?
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