El día de la boda… El supuesto día más feliz del mundo.
Creo que hoy más que nunca se me estaba haciendo imposible no recordar cuando me casé con León, ese día me sentí como en las películas de Disney, cuando al final de la película las princesas logran su cometido de casarse con el gran amor de su vida.
Me sentía tan frustrada, por un lado, mi psicóloga me estaba volviendo intentando disuadirme de la terrible idea que era casarme con Erik, un hombre que ni siquiera me amaba.
Erik debía de ser un hombre bipolar, tripolar o multipolar… ¿Cómo es qué un día te arrodillas y me das un anillo con un gran valor sentimental y después… simplemente pareciera como si fuese cualquier boda?
Por momentos sentía que yo era la que estaba acarreando con todo el peso. Aunque no pude evitar sentir un peso en el pecho mientras miraba el vestido de novia colgado frente a mí.
Mi vestido de matrimonio con León no era así, en ese momento era todavía una soñadora, con su precioso vestido de princesa, ahora