Valeria miro a Nino Montreau hacer sus payasadas desde la comodidad de su sillón en la oficina que por el momento veía como refugio. No deseaba ver a Leónid por los acontecimientos acaecidos, pero su cuerpo reaccionaba con el solo pensamiento. Por otro lado, la imitación que le hacia su amigo de lo ocurrido era perfecta, ella nunca vio a nadie con un traje brillante mas atractivo que él. Su amigo parloteaba acerca de lo que sucedió en la noche y ella solo podía pensar en que Leónid dio una muestra de humanidad al no retarla por responderle a su madre como lo hizo. No se sentía orgullosa al respecto. Sin embargo, apreciaba bastante saber que, por lo menos, delante de Irina Volkov… era la dueña de la casa.
—Esperaré a que bajes de la nebulosa donde te encuentras en este momento para continuar —refirió ofendido al notar que no le prestaba el mínimo de atención.
—¿Ah? —sus duras palabras la hicieron regresar —. Lo siento mi amor, es que me perdí por un momento.
—Por un largo rato querrás d