Capítulo 33

Sofía introdujo las llaves en la puerta de su casa cuando escuchó la voz de Arturo a sus espaldas y se giró nerviosa. Sofía se quedó inmóvil al reconocer la voz y ese odioso apodo que tanto le repugnaba. Se volvió despacio, para enfrentarse al hombre que le hablaba y entonces supo que era verdad. Arturo estaba ahí, a unos cuantos metros de distancia, el rostro parcialmente cubierto por las sombras, solo sus ojos brillaban en la luz de la luna con triunfo malévolo. Parecía haber surgido de la noche, para convertirse en una criatura nocturna vestida de negro.

Sofá retrocedió para reclinarse contra la puerta.

—Hola gatita… ¿Cómo estás?

Sofía ya no era una niña, no le mostraría miedo, respiró profundo para calmarse y le dijo con voz fría.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?

—Mami, no seas maleducada. ¿Esa es la forma de recibir a tu hombre?

—¡Tú no eres nada mío! —le exclamó furiosa.

—¡Oye! No me hables en ese tono… ¿Acaso no extrañaste mis besos y mis caricias?...

—¡No! ¡Cerdo asquer
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