—Hola Amelia—dijo Elba con gesto serio, aunque Amelia saludó efusivamente con beso en la mejilla a Ernesto y a ella.
—¿Cómo están? Se ven increíbles ¿Y los niños? —dijo Amelia con una alegría que Sofía pensó era fingida.
—Están bien, creciendo y saludables—dijo Ernesto sonriendo.
Vicente se dirigió a Antonio.
—Primo también quiero presentarte a la señorita Amelia Sarmiento…
Antonio lo interrumpió y le dijo.
—No te molestes Vicente, Amelia y yo nos conocemos—dijo sonriéndole a Amelia—Ella es la razón por la que me vine de Ecuador hace un mes, primos, Amelia y yo estamos comprometidos, ven acércate querida.
Ante el asombro de todos, Amelia se acercó con una coqueta sonrisa a Antonio, se abrazaron y se dieron un pequeño beso en la boca.
Ernesto fue el primero en recuperarse.
—¡Felicidades! ¡Qué sorpresa! —exclamó Ernesto.
—¡Mis parabienes Antonio! Quién iba a decirlo—dijo Elba.
—Te lo tenías bien callado, primo, hablamos hace dos días y no me dijiste nada. Te felicito, les dese