Aquella mañana, la casa de la familia Arshino parecía tranquila. Bastian ya había salido hacia la oficina hacía una hora. Nara estaba sentada cómodamente en la sala de estar, vestida con un sencillo vestido color crema. Sostenía una revista de estilo de vida en las manos, aunque de vez en cuando su mirada se perdía por la ventana, observando el cielo despejado.
De vez en cuando suspiraba con suavidad. Los días en esa casa se volvían cada vez más pesados, especialmente con la presencia de Veni, que cada día se mostraba más insolente.
Se escucharon pasos acercándose. Veni apareció desde la cocina junto a Mamá, la madre de Bastian. Ambas caminaban lentamente, pero con un aura de tensión que se notaba a kilómetros.
Sin previo aviso, Veni tiró bruscamente del cabello de Nara por detrás.
—¡Ay! —gritó Nara, sorprendida. La revista cayó al suelo.
—¡Mira nada más! —escupió Veni—. ¿Cómoda leyendo revistas mientras yo, embarazada, tengo que ocuparme de la casa?
Nara intentó zafarse del agarre de