Veni aún permanecía en el umbral de la habitación, con una expresión de satisfacción, como si acabara de ganar una pequeña batalla. Pero la mirada de Nara no mostraba ni un rastro de temor.
—¿Ya estás satisfecha? —preguntó Nara en voz baja, con los brazos cruzados—. ¿O todavía quieres presumir otra cosa? ¿Una mordida en el muslo, tal vez?
Veni bufó con desprecio.
—¿Sabes, Nara? En el fondo, me das lástima. Sigues siendo la esposa "legal" de Bastian, pero en sus ojos ya no significas nada.
—Sí, puede ser —respondió Nara con una sonrisa irónica—. Pero ese "título" todavía es suficiente para mantenerte incómoda, ¿no?
De pronto, Veni se abalanzó y le jaló el cabello a Nara con brusquedad.
—¡Tu boca se vuelve cada vez más insolente!
Nara apenas se inmutó, no por el dolor, sino por la molestia. Acto seguido, ella también jaló el cabello de Veni, acercando sus rostros peligrosamente.
—Cuidado, Veni. No vuelvas a tocarme nunca más —susurró Nara con frialdad.
—Ya veremos a quién va a creer Bas