Durante el siguiente mes, ambos habían tenido que ocultar en la medida de lo posible la incomodidad y el desprecio que sentían el uno por el otro. En público actuaban como una feliz pareja de recién casados; aun cuando en la privacidad de su habitación solo predominaran los incomodos y largos silencios.
Ninguno de los dos llego a mencionar nunca lo ocurrido, tan solo tuvieron que inventar una buena excusa para sus golpes; aun cuando nadie pareció creerla.
Thomas parecía decidió a pelear con ella, tanto que cada noche tenía una excusa nueva para su disgusto. Era tan frecuente que casi parecía una especie de mecanismo de defensa hacia ella, mismo que no hacía más que afectarla cada vez más.
La partida de Élise estaba cerca, así que comenzó a preparar su equipaje.
—¿Puedo pasar? —le cuestiono Catherine justo des