Élise se sentía en confianza con ella, se sentía cómoda en su presencia; quizás más de lo que lo había estado con nadie más. Aquella sensación le hizo desear hablarle claro, desahogarse con ella como no había sido capaz de hacerlo antes.
—Thomas era feliz, al menos hasta la muerte de nuestra madre —reconoció.
—Creo que a él le afecto más que a nadie. Yo era tan pequeña que apenas la recuerdo, solo sé que la amaba y ella a mí. Nuestro padre prácticamente se desmorono después de eso y se alejó, nos dejó solos; así que mi tía abuela se hizo cargo de mí —le conto con tristeza.
—Thomas se quedó solo, se volvió callado y muy reservado; aun cuando ante mi tratara de aparentar que se encontraba bien —continúo hablando.