Unos días después, Catherine se había recuperado casi por completo, gracias a los cuidados de su nana.
Durante ese tiempo había intentado hablar con Thomas, agradecerle por lo que había hecho por ella. Por desgracia, este no se lo había permitido; no dejaba de evitarla desde aquella noche.
El día era soleado y cálido, así que decidió salir de su habitación. Decidió pasear por el jardín, respirar el aire fresco y permitir que los rayos del sol bañaran su piel después de interminables días de reposo.
Anduvo tranquilamente hasta que se topó con un espacio de varios metros, repleto de hortensias y peonias de todos los colores. Estas se encontraban floreciendo y eran verdaderamente hermosas. Al acercarse un poco más pudo ver lo vivaces de sus colores y el delicioso aroma que desprendían.
No pudo resistirse