—Gracias, Camila. —Hana se sentó con dificultad en la cama, tomando uno de los chocolates para llevarlos a su boca, ignorando que Camila se hubiese referido a Adrien como su pareja.

Toda EmberWood vivía bajo el engaño de que Adrien y Hana eran una pareja estable con más de un año de relación. Jade y Gabriel, por su parte, delimitaban al peligro que representaba el lobo infiltrado hasta las fronteras del territorio. Pero aún así, Adrien no podía darse el lujo de conformarse con eso.

El segundo al mando de la manade de las fronteras era un hombre bastante amable que presentó a su mujer con mucho orgullo. También los acompañaba un chico más joven, Omega, quien era su hijo. Adrien no le hubiera prestado atención de no ser porque su olfato volvió a jugar en su contra. El floral aroma del adolescente Omega lo mareó, haciéndosele un martirio estar allí de pie teniendo que fingir serenidad. No contaba con intenciones de ofender al segundo al mando de otra manada al decir que, para él, su hijo