—¡Pues sí, carajo! ¡Ardo en celos por imaginar lo que pudo haber pasado! ¿Cómo querías que actuara después de saber que estuviste con él? Ambos sabemos que lo que él sentía por ti era más que una amistad. Estaba enamorado de ti hasta los cojones, y te juro, Livia, que si tú no lo hubieses matado, lo hubiera hecho yo. No por querer llevarte de regreso con Enzo, sino por la osadía de desearte —vociferó, harto de tener que ocultar lo que sentía. Ya nada le importaba. Esa inexpresividad que lo caracterizaba se había ido al caño después de todo lo acontecido en una semana, y no pensaba con claridad. Sabía que era más letal cuando dejaba que sus demonios internos tomaran el control absoluto—. Porque te juro que en este mundo de mierda no vivirá un hombre que te desee. Voy a matar a cada hijo de puta que piense que tiene una oportunidad contigo.
Livia respiraba pesadamente. Aquello estaba lejos de ser una declaración hermosa, y aunque cualquier mujer estaría temblando de miedo… ella no. Habí