Fijé la vista en mi mano y la de Mael mientras Fiona explicaba lo ocurrido en los baños. Tenía esperanzas que sólo se referiría a la falta de respeto ante las emisarias, pero no ahorró detalles, incluyendo el riesgo para mi embarazo, la lógica inquietud que la actitud de Mora causara en Luna Gaida y sus acompañantes, y hasta la reacción de Mora cuando yo intentara hablar con ella luego.
Por muy mal que me sintiera, comprendí que lo hacía porque Mael y sus hermanos debían enterarse de los pormenores. Mora era una figura con autoridad en la manada, y los líderes del clan necesitaban estar al tanto de todo lo ocurrido antes de tomar una decisión.
A mitad del relato, Mael se incorporó con gesto brusco y comenzó a pasearse por la sala como fiera enjaulada. Milo y Mendel se habían vuelto hacia Mora, mirándola como si no la conocieran. Cuando Fiona calló al fin, la reina explicó las medidas que había tomado para prevenir nuevas indiscreciones de su hija mayor.
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