Punto de vista en tercera persona
Esa desgraciada hizo tal cosa. Isabelle se enfureció mientras abría la puerta de su habitación de golpe y la cerraba tras de sí.
Una cosa era que Maeve le replicara. Otra cosa era humillarla delante de las mismas personas a las que se había esforzado tanto por impresionar durante toda su vida.
Pero ahora...
Ahora, de alguna manera, ella había sido capaz de poner a casi toda la familia real en contra de Isabelle, a pesar de tener todas las probabilidades en su contra desde el primer día. ¿Cómo era posible? ¿Cómo estaban tan dispuestos a aceptar a una chica que tan cruelmente rompía prácticamente todas las reglas del libro de normas de las Princesas Luna que Isabelle se cuidaba tanto de seguir?
Rechinó los dientes y se dirigió al espejo para soltarse la melena rubia.
Maeve siempre había sido una don nadie sin agallas... una excusa baja y patética de lo que se suponía que debía encarnar la hija de un alfa respetable, y un caso atípico en toda la jer