Nadia.-
— Sé que tengo poco tiempo, no tendré la satisfacción de torturarte como hubiese querido así como lo hiciste conmigo, pero algo es algo.
La frente de Marko brillaba por el sudor, la daga tenía un filo que provocaba un dolor intenso, intentar sacársela lo desangraría y él lo sabía.
— Vamos, adelante, sácatela –sus ojos me miraban con odio, pero no podía evitar que yo notara el pánico que su cuerpo no podía ocultar con ese temblor involuntario–. Oh, se me olvidó decirte, la punta de mi arma está impregnada con un veneno, uno muy especial, una serpiente muy hermosa, llamada Krait de origen indio ¿quieres saber lo que va a hacerte sentir?
Sonrío con gran malicia, viendo su piel palidecer y su respiración comienza a volverse más lenta.
— No quiero ser benevolente contigo, nunca lo fuiste conmigo, pero vamos a decirte porque… soy una sádica que disfruta ver el sufrimiento de mis víctimas, el veneno ahora recorriendo todo tu sistema lentamente te va incapacitando, vas dejar de m