99. Siempre hay una excepción
“Mia Bennett”
Despierto sobresaltada, con el corazón a mil. Parpadeo varias veces, aún perdida en otro sueño pesado.
Luego reconozco el papel pintado claro, el escritorio ordenado, la puerta del armario entreabierta…
Mi cuarto. Estoy en casa.
Los recuerdos de la noche anterior vuelven de golpe y me confirman que, esta vez, no fue una pesadilla. David está entre rejas.
Miro el reloj digital de la mesita. 7:34. Otra vez tarde.
Pero antes de que pueda quejarme, unos golpecitos suaves en la puerta me hacen incorporarme.
—Pasa.
James abre despacio, asomando primero antes de entrar. Ya va vestido para el curro, pero las ojeras delatan la noche en vela.
—Buenos días, hija —sonríe, titubeante—. ¿Cómo te sientes?
—Bien —miento, forzando una sonrisa—. Solo tengo que arreglarme y…
—Ni hablar —me corta, acercándose—. Hoy te quedas en casa.
—Papá, no necesito el día libre —insisto, intentando apartar los recuerdos—. Creo que me vendrá mejor mantenerme ocupada que quedarme aquí sola,